Kentukis (de Samanta Schweblin)

Hay un aliento decididamente amenazador y a la vez estimulante en esta novela que Samanta Schweblin @sschweblin enmarca en los terrenos de la globalización y las interacciones poshumanas. Sin inscribirse en la ficción científica más sólida o ininteligible, Kentukis (Random House, 2018) se sostiene con eficacia en la representación de la artificialidad y la virtualidad en la vida del siglo XXI. La autora nos abre así las puertas a un mundo mediado por la tecnología digital y la animatrónica programable — ese mundo nuestro de todos los días — , una red de avatares y simulacros que nos trastorna y recrea a la vez.

Estructurada a la manera de un anecdotario apocalíptico, esta novela puede verse como un intento de cristalizar El Decamerón de nuestros días. Las coincidencias con Boccaccio son bastante notorias cuando observamos la narración enmarcada que Schweblin diseña y la forma en que el relato documenta la vida “despersonalizada” del sujeto hipermediado de la actualidad. Utopía identitaria y distopía voyerista se combinan así para mostrarnos progresivamente cómo unos “inofensivos” juguetes zoomorfos pueden llegar a modificar la manera en que los seres humanos se relacionan los unos con los otros a escala global.

Sin duda, la omnipresencia de estos avatares de peluche, denominados por la autora “kentukis”, pone sobre la mesa debates que suelen conectarse con la masificación de la tecnología, especialmente la que deriva de la cadena de revoluciones industriales de la que somos a la vez entusiastas y víctimas. El capitalismo desbordado, la comunicación remota, la deshumanización sistémica y la restricción y expansión de libertades son temas que Schweblin aborda para retratar nuevas prácticas sociales y también un cibermundo poblado de conocidos y extraños, donde la dominación y la sumisión a través de una cámara de red se convierten en hábitos difíciles de eludir.

En el universo ficcional de Kentukis estar conectado es estar definitivamente absorbido por uno mismo y por los demás (una conclusión con la que desde luego podemos identificarnos), y en ese sentido el libro señala con brillantez el poder que la tecnología digital tiene sobre los seres humanos, alterando los cimientos de nuestra noción histórica de la privacidad. Sin embargo, el mensaje de Schweblin va más allá de lo obvio al volver sobre un punto del carácter de los hombres y las mujeres que opera en nuestra psiquis independientemente de cualquier cambio tecnológico o hiperconsumismo: el anhelo de socialización y afecto. Suprimir la soledad, abrazar la interacción, “conectarse”. El dilema de ser queridos, pero también requeridos, ese conflicto existencial que nos preocupa desde la primera vez que compartimos una carta escrita a mano o un cuenco de arcilla.

Gracias por leer esta reseña

Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser

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