Nameless

Guionista: GRANT MORRISON

Ilustrador: CHRIS BURNHAM

Editorial: IMAGE COMICS

Pensar en Grant Morrison es reflexionar siempre sobre el polifacetismo temático y el frenesí por descubrir nuevas formas de representar. Hablamos de un guionista que es capaz de imaginar con anticipación el “despedazamiento” de una historieta y darle después una extraña pero poderosa relevancia narrativa. En él suele haber siempre una consciencia experimental; lo que no quiere decir, por supuesto, que todas sus historias logren el mismo efecto de satisfacción.

A mi entender existen varias entidades llamadas Grant Morrison. A una de ellas la llamo la mítico-canónica (All-Star Superman, New X-Men, Batman: Gothic), que suele ser comprensible, casi siempre “cortés” con el mito del superhéroe y menos lúdica; luego está la absurda-metaficcional (Flex Mentallo, Animal Man, Doom Patrol), interesada en el humor y la opulencia del metatexto; y finalmente la posestructuralista-relativista (The Filth, The Mystery Plan), que recurre tanto a la discontinuidad narrativa como a condenar filosóficamente las verdades absolutas y desconfiar de todo tipo de tradición, incluso del “arte de narrar” cómics.

Nameless es un relato híbrido, una mezcla de horror cósmico y ciencia ficción exoarquelógica acerca del acabose de un experto en ocultismo llamado “Sin Nombre”. Este personaje ha sido convocado por un millonario que desea enlazarse con una consciencia alienígena remota y el día que dicha comunicación finalmente se da todo, desde luego, se destruye. La catástrofe de esta empresa, asimismo, desata una venganza generacional que el autor lleva claramente al extremo.

Morrison ha escrito cómics por décadas y ya dejó hace mucho de tener ataduras. No le preocupa, por ejemplo, ser incoherente, y en Nameless esto último es muy notorio: preferir la discontinuidad como ruta, presentar líneas narrativas “falsas” para desorientar al lector, quebrar la sensación de cierre o desperdigar el montaje de la historia presentada. Aquí, además, se sobrecarga más de lo habitual la metareferencialidad y se pone sobre el tablero algo que tal vez sea demasiado ambicioso para solo seis números: psicotorturas, creacionismo extraterrestre, mutaciones deletéreas, viajes exploratorios, mitología griega y maya, posesiones a distancia, simbología angélica, guiños a Los Celestiales de Jack Kirby…

Las ambiciones narrativas de Morrison, al igual que las de Alan Moore, suelen ser siempre fastuosas, y me parece que la extensión elegida resulta insuficiente para desarrollar el potencial absoluto de la historia; sin embargo, volviendo a la idea del Grant Morrison posestructuralista-relativista, diría que este es en el fondo el verdadero fin estético de Nameless: “refutar” y “desmantelar” la tradición narrativa de la novela gráfica.

A pesar de la obvia falta de interconectividad del sistema planteado, el viaje que Morrison expone es a todas luces deslumbrante (sobre todo del fascículo 1 al 4), lleno de vínculos hacia lo abyecto y perturbaciones simbólicas. Lo mismo ocurre con el extraordinario hiperrealismo de las ilustraciones de Chris Burnham, favorecidas por lo grotesco, y los ángulos aberrantes que componen las páginas, pues logran crear un texto sin sujeciones, idóneo para desconcertar a cualquiera.

Gracias por leer esta reseña

Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser

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