Iván Humanes @ivanhumanes congrega en Teoría del Gran Infierno (Pez de Plata, 2024) diferentes corpúsculos de un apetitoso homenaje a lo macabro, jugueteando con el concepto y las iconografías del averno (ese nivel inferior de la existencia), que es a la vez un fundidor de vidas, torturas y energías universales. El lector se mueve parasitariamente a través de una gradación de microrrelatos que funda su propia disimetría grotesca, atestada de narradores no confiables y ocurrentes delirios.
El libro está sutilmente estructurado a la manera de un breviario demencial, una suerte de manuscrito encontrado y editado posteriormente. La voz irónica que domina la narración en sus puntos de apertura y cierre le corresponde (de acuerdo con las pistas que se nos brindan) a una paciente psiquiátrica que ha sido recluida en un faro-sanatorio. De ella conocemos poco: su fascinación por clavar agujas en muñecos con forma humana, la frágil relación que tiene con sus hijas y también el nombre de su médico, Albert Vilanova (un personaje terciario que lidera la vaporosa puesta en escena).
Aunque la ambientación de Teoría del Gran Infierno no es continua, Humanes, apoyándose en algunos injertos expositivos y paratextos no verbales, construye nebulosamente la atmósfera del manicomio, mencionando aquí y allá las rutinas de las enfermeras, los jardines del lugar y la manera en que el faro enjaula no solo a la autora del manuscrito hallado sino también a pacientes con turbaciones semejantes.
El movimiento misterioso de esta exposición origina sin duda una fragmentación de la subjetividad. La autora no confiable de los microrrelatos puede ser una o varias, ya que sus enajenamientos implican tanto una renuncia al mundo de la razón (la libertad absoluta, si se quiere) como la revelación inaudita de un grupo de brujas. La imagen del aquelarre, justamente, es utilizada por el autor más de una vez a lo largo de estas páginas, elaborando analogías con la danza diabólica y el sabbat nocturno.
Si bien Teoría del Gran Infierno puede leerse, como dijimos al principio, como una ofrenda y homenaje a la tradición de lo macabro, es también posible equiparar el texto con un agujero negro que absorbe referencias de alta y baja cultura. Es por medio de esta irónica visión del relato que se mezclan los demonios de la pereza, los psicópatas de los documentales y la teoría de juegos con los animalitos raros de un álbum de cromos y los cómics posapocalípticos de Judge Dredd, compeliendo al lector a hechizarse con una amalgama surrealista que idolatra por igual el “mal gusto” y el “refinamiento”, y que se asemeja a una obra de teatro de Fernando Arrabal.
Gracias por leer esta reseña
Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser