Entonces eso es todo (Página Blanca, 2023), novela de ciencia ficción de Lucía Vazquez, es un relato distópico latinoamericano acerca de un mundo posible, tal vez próximo, tal vez lejano, en el que la socialización que conocemos es reducida y los instintos de vida y de muerte que plantea el psicoanálisis son reemplazados por una sosa e inaguantable inmortalidad. La novela de Vazquez, animada y ocurrente, dispara así hacia las incómodas consecuencias de un mundo afectado por cambios ontológicos y modos de vida sintéticos.
La autora crea un espacio futurista argentino que va cambiando de manera escalonada. Su protagonista, un joven que se hace adulto en una localidad periférica del mundo, vive en una sociedad digitalizada y farmacodependiente, conquistada ya por los hipervínculos y las proyecciones audiovisuales callejeras, en la que la sobreabundancia de conexión obliga a las personas (irónicamente) a existir en desconexión social y afectiva. Este es un mundo futuro en el que la vivencia personal matérica se sustituye con simulacros, y lo ajeno, en contraste, pasa a ser suministrado electrónicamente para crear un no-contacto global.
Los trabajos monótonos, los algoritmos de medición y biocontrol, los programas de limpieza casera y los dispositivos chinos (“las cajas”), que causan muchas veces daños físicos colaterales, suplantan así a las relaciones y la familia, haciendo de la expresividad, los sueños o el cuchicheo más inocente hábitos antiguos y en desuso. El personaje central de la novela, sin embargo, posee vagas sensaciones, añora, también, a una persona que conoció por accidente, quien se transforma, desde lo espectral, en la representación de sus deseos y fuerzas motivadoras. Este mismo personaje ha recibido, como tantos otros jóvenes, una obligatoria nanovacuna de la inmortalidad: la causa fundamental de su crisis de vida.
A pesar de la hiperconexión y la detestable rutina laboral, los sujetos en Entonces eso es todo son disímiles a los de nuestro presente, son “deathlessnnials”, pues experimentan una ontología distinta a causa de los procesos biopolíticos tecnificados, esencialmente la declaración universal del fin de la mortalidad. En ese sentido, la novela de Vazquez, además de rendir homenaje a Philip K. Dick, nos hace recordar uno de los cuentos breves más turbadores del peruano alemán José B. Adolph, “Nosotros, no” (1971), en el que una inyección de 100 centímetros cúbicos, administrada solamente a los menores de veinte años, establece el no morir distópico. Esa misma miseria perpetua de la que se burla el personaje de Adolph (un hombre mayor que no recibió la vacuna) está presente, ahora a través del punto de vista de un joven que sí fue vacunado, en la novela de Vasquez. Entonces eso es todo no es un remedo literario ni por asomo, sino otra imaginación prospectiva acerca de un conflicto narrativo afín, más extensa, además, y con matices tecnoculturales del siglo XXI, pero con la misma disposición antropológica de otros autores de la ciencia ficción por debatir los dilemas del futuro inmediato y los agobiantes replanteamientos de la naturaleza humana que estos arrastran.

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Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser