Guionista: Donny Cates
Ilustrador: Geoff Shaw
Editorial: Image Comics
Hace unos cinco años conocí el trabajo de Cates y Shaw a través de mi lectura de Buzzkill. En mi opinión, un cómic bastante memorable, arte secuencial con una premisa diferente. De ahí en más, las colaboraciones de este dúo no han dejado de sorprender, y God Country no es la excepción. Si bien no es un relato tan sorpresivo como Buzzkill en términos de la propuesta, indudablemente es una narración mucho más madura y circular, y también edificante.
La historia gira alrededor de Emmett Quinlan, un viudo que vive en el campo de Texas y sufre de Alzheimer. Su vida cambia drásticamente, sin embargo, con la llegada de un tornado cósmico y una espada. Valofax es un acero con voluntad propia, y lo ha elegido a él para empuñarlo, devolviéndole sus habilidades mentales y físicas y provocando también una disputa intergaláctica por su posesión.
En el fondo, God Country es una carta de amor al clásico universo cósmico de Marvel y al Cuarto Mundo de DC. Nos hace recordar por qué aquellas historias de Kirby, a pesar de sus años y limitaciones, son tan estimadas hasta el día de hoy. Los elegantes guiños a la mitología de los Cuatro Fantásticos, Apokolips y Asgard saltan a la vista, desde el uso que Shaw hace del “Kirby Krakle” hasta las complejas relaciones de poder y familia de un cómic de los años setenta como The New Gods.
Cates, sin embargo, es más afortunado que Kirby, y a diferencia de lo que sucedió con el trabajo de su maestro, esta historia sí tiene el final que se merece. Es, claro, un final esperado, que mantiene la lógica interna de la narración y la heroicidad de sus arquetipos; pero a pesar de que la podemos intuir, la conclusión no deja de ser hermosa y honesta, como si tocáramos un pequeño pedazo del rostro del cosmos.
Gracias por leer esta reseña
Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser