Bolas (de Flor Canosa)

Dos años después de la publicación de su primera novela, Flor Canosa @florcanosa retoma la narración del yo autorreflexivo en Bolas (Zona Borde, 2017), segunda entrega de una trilogía sobre el cuerpo que continua analizando la heterosexualidad a partir de sus idealizaciones e inestabilidades. Por un lado, leer las páginas de Bolas demuestra que el premio que recibió su primer libro no fue una simple casualidad: Flor Canosa es una escritora sumamente aguda y consciente de los tejidos internos de sus relatos. Por otro lado, su nueva novela nos acerca también a una narración más compleja y sorpresiva, y en poco más de cien páginas nos hace olvidar que la mayoría de continuaciones suele dejar inconforme al espectador o al lector.

Aunque suene contradictorio, Bolas es y no es una secuela directa de Lolas (El Cuervo-Suburbano, 2015), ya que la conexión se encuentra en la metáfora corporal y en la exploración de los roles de género más que en la reiteración de actantes o líneas temporales compartidas. Las novelas, ciertamente, no pertenecen a una continuidad ficcional como la que predominaría en una saga policíaca o de aventuras, pero sí se complementan al comportarse como narraciones-reflejo: Bolas, desde la perspectiva de un protagonista masculino, es una consecuencia discursiva de la voz femenina que domina la trama de Lolas, y ambas novelas, igualmente, explotan lo que podríamos denominar la “histeria de la ausencia”, sobre todo cuando sus personajes centrales son desposeídos — de formas distintas y muy peculiares, claro está — de una parte esencial de su anatomía.

En esta ocasión, el protagonismo recae sobre Federico, un tipo que se define como un “masturbador ninja, medio pelado y ajeno a la crisis de la edad madura”. Su voz es la de un conformista infantil que no intenta buscar soluciones a su inacción, un hombre a la misma vez resentido con lo que imagina es la perversidad innata de las mujeres (principalmente de su madre y hermana) y con las ceremonias diarias que debe cumplir al estar atado a un sistema de convivencia y a una pareja, Mariel, que manifiesta no amar. En este sentido, Bolas da la sensación de ser una historia predecible acerca de un hombre dominado por sus frustraciones, sin embargo, la autora juega con nosotros en las primeras líneas estableciendo un nudo kafkiano y metaficcional: un spoiler que además de contar con nuestra suspensión de la incredulidad, le da una vida muy peculiar al relato. Ciertamente, resulta interesante que un recurso relativamente conocido tenga consecuencias tan sorprendentes en el lector, porque a pesar de la develación y de la reescritura en clave tragicómica de La metamorfosis, la historia crece y no decae.

En contraste con otros autores, Flor Canosa puede ser excepcionalmente divertida sin caer en el descuido. Sus textos son en verdad hilarantes en base a circunstancias de extraña cotidianidad, explotando a la vez redundancias o creando asociaciones léxicas que sirven para pintar la tragedia habitual de sus personajes (en este caso, por ejemplo, los clichés masculinos y femeninos o la convivencia de pareja como sufrimiento existencial), subrayando así tanto las pulsiones sexuales como las de autoconservación.

Sería fácil, desde luego, combinar incorrectamente los elementos que componen Bolas, no encontrar el tono adecuado, en especial con un tema central como el de la emasculación, pero la autora lo logra continuamente, capítulo a capítulo, y a la vez hace una disertación contundente sobre la plasticidad de la identidad de género. Porque más allá del dominio de las estructuras narrativas o de la ruptura frecuente de la cuarta pared, Bolas es un texto muy crítico y contemporáneo, una novela que reprocha el falocentrismo y la cobardía de cierta masculinidad abyecta, pero que a la misma vez fractura todos los estereotipos heteronormativos, ya sean los que fabrican hombres o los que producen mujeres, proponiendo en todo momento desde el discurso de la flexibilidad identitaria y sin asumir como norma teórica la existencia de un maniqueísmo universal.

Gracias por leer esta reseña

Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser

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