Es ya habitual que el interés filosófico de Flor Canosa @florcanosa gire en torno a lo corporal. Pulpa (Obloshka, 2019), al igual que sus novelas previas, se preocupa también por meditar acerca de las capas interiores y exteriores de los organismos y la percepción que lo íntimo y lo ajeno promueven en el Yo y la sociedad. Sin embargo, aunque Lolas (2015) y Bolas (2017) comparten una fijación temática con Pulpa, esta última tiene una clara preocupación biopolítica que la diferencia de sus predecesoras, acentuando de esta forma el marco de ciencia ficción que propulsa al relato.
La nueva novela de Canosa nos ubica en una sociedad distópica de la que conocemos solamente lo necesario: existe una nueva red informática llamada RACK, que reemplaza las convenciones y los usos de internet; la biología está sometida a los avances de la biotecnología, dislocando lo “natural”; las emociones como el dolor y el duelo están prohibidas o minimizadas; y se ha instalado también una suerte de automatismo general que contiene internamente a las personas. En este contexto, la autora nos propone dos personajes, Irma y Lunes, ambos ávidos de experimentar y sentir, ambos hijos del sometimiento y de la transgresión.
Pulpa no es una novela complaciente. En el buen sentido de la palabra, es un relato abiertamente repulsivo, y sin duda puede causar disgustos en lectores que evitan la representación de la desobediencia cuando esta se apoya en las autoflagelaciones, las secreciones o las palpaciones de connotación sexual. Siguiendo esa condición, la tintura pornotemática que recubre ciertos pasajes de la historia es fundamental para crear una atmósfera de opuestos que destaca tanto el deseo de autonomía como la interdicción que uniforma el comportamiento humano. Lo obsceno en Pulpa, por ende, se subvierte a través de la relación de sus protagonistas porque es un concepto relativo, que depende no solo de un censor sino también de un actor. En la experiencia específica de Irma y Lunes dicha “obscenidad” marca la comunión de los lazos orgiásticos y románticos, oponiéndolos al dispositivo guardián y al examen del biopoder.
Como retrato de la anormalidad frente a un sistema de normalización, la novela cumple su cometido, entrelazando placeres y displaceres, acatamientos e infracciones. Tal vez su único punto flaco, si quisiéramos “criticar” algo, es el estar compuesta de ideas que podrían expandirse un tanto más. Por momentos la concisión de Pulpa hace que el lector extrañe mayor desarrollo y ambientación en la novela, pero también es cierto que la sintaxis económica de Canosa y el tono “robótico” del lenguaje añaden valor y efecto a la distopía que describe, pues la idea final es resaltar una experiencia ajena a la nuestra. En ese sentido, Pulpa es un grato cuerpo anormal, morfológica y discursivamente, y nos hace recordar obras de temática afín como la notable THX 1138 (1971) de George Lucas y la mítica Crash (1973) de J. G. Ballard.
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Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser