Guionista: Ed Brubaker
Ilustrador: Sean Phillips
Editorial: Image Comics
Esta es una de esas novelas gráficas que simplemente no tiene falencias. Puede sin duda causar más o menos placer dependiendo del lector, pero lo cierto es que el dúo creativo compuesto por Brubaker y Phillips nunca defrauda a su auditorio. Oficio, diálogos bien pensados y sutiles pinceladas de realismo sucio que coquetean con una paleta de colores pasteles son los ingredientes que hacen de My Heroes Have Always Been Junkies una lectura más que grata.
Genéricamente, el relato tiene varias particularidades que lo diferencian de la habitual narración de corte nihilista. En primer lugar, Brubaker se centra en el drama de dos muchachos en rehabilitación (Ellie y Skip), y nos sitúa en aquel tradicional pathos norteamericano asociado a la alienación y la irresponsabilidad. Esto, desde luego, implica un concepto tópico, sobre todo cuando se mezcla con la celebración de las drogas y la nostalgia por músicos y pintores “junkies”. Lo llamativo, sin embargo, es cómo Brubaker deja que asumamos mientras va insertando otros elementos valiosos. Con esa pasión suya por el género policial, el autor nos estimula también a ver un lento pero efectivo sustrato delictivo; este aspecto, a la larga, se conecta con una crisis final que quiebra todo lo que tomábamos por incuestionable en la historia.
Sean Phillips, a la misma vez, le da vida al guion con una estética realista que nos hace recordar ilustraciones de otra época. A pesar de que la historia se desarrolla en el siglo XXI, el arte es una carta de amor al dibujo predigital y pareciera haber sido concebido a fines de la década del 70 o principios de los años 80. La inclusión de flashbacks en blanco y negro por el colorista Jacob Phillips, conjuntamente, y la forma en que estos dan la impresión de transformarse en la música atesorada en un viejo mixtape, contrasta con los colores pasteles más vivos que reflejan el presente romántico de Ellie y Skip.
En suma, My Heroes Have Always Been Junkies va más allá de sus aparentes componentes, torciendo el estereotipo de Sid y Nancy para finalmente tocar una fibra mucho más íntima. Es una novela gráfica sobre los altibajos de la adicción y las complejidades del amor y la lealtad. A estas alturas, es justo reconocer no solo el trabajo artístico de Brubaker y Phillips, una pareja creativa que suele dar en el blanco, sino también el cuidado que Image Comics puso en esta edición de tapa dura.


Gracias por leer esta reseña
Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser