Guionista: Ed Brubaker
Ilustrador: Sean Phillips
Editorial: Image Comics
Corre el año de 1939, Estados Unidos está a punto de entrar en la Segunda Guerra Mundial, y Max Winters es un escritor de pulps en sus últimos días. Su especialidad son los westerns, aunque su editor ya no piense lo mismo. La vejez y los problemas cardíacos empiezan a morderlo lentamente, y la ciudad de Nueva York, siempre tumultuosa, parece no querer darle más oportunidades.
En el último quinquenio, la pareja de Brubaker y Phillips nos ha acostumbrado a estas breves historias negras bajo el sello de Image Comics. Todas ellas —Bad Weekend, Cruel Summer, My Heroes Have Always Been Junkies— comparten algún tipo de relación con el mundo del crimen, sin embargo, suelen también sumergirse en profundas indagaciones existenciales. En el caso de Pulp, el guion nos ubica ante el crepúsculo de un hombre que por primera vez en su vida siente miedo: un escritor marcado por las magulladuras y la pólvora de su pasado en Wyoming y México, que vive ahora de los pocos dólares que acumula mes a mes.
La narrativa del yo trazada por Brubaker se apoya en un contraste entre la romantización del viejo oeste de fines del siglo XIX —la juventud del personaje principal— y la desilusión ante las inclemencias de la modernidad posaurática de los años treinta. Este contraste, movilizado a través de escenas de flashbacks, se enfoca principalmente en la manera en que las revistas pulp (simbolizando lo peor del capitalismo) fagocitan a sus creadores, pero también en la ironía de que es la vida misma, con el paso del tiempo, la que absorbe a las personas. Winters, un exbandolero, ya no es el pistolero de antaño, y la impotencia de encontrarse enfermo del corazón y sin dinero lo conduce a un viejo conocido y a un enfrentamiento irreversible con un movimiento de inspiración nazi.
Las viñetas de Sean Phillips matizan un espacio urbano ciertamente mortuorio, una Nueva York que ha salido de la Gran Depresión y se sumerge ahora en nuevas amarguras. La “iluminación” de estética noir influye, como es habitual en los trabajos de esta pareja de creadores, en el tono general y la propuesta gráfica de la historieta, por lo que no hay que dejar de mencionar el ímpetu de los sombreados y la elección de la paleta naranja por parte del colorista Jacob Philips, ya que ambos recursos intensifican favorablemente el aire catastrófico de ciertas páginas y hacen de Pulp, en resumidas cuentas, una narración realmente oscura y abrumadora.
Gracias por leer esta reseña
Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser