En Fragmentos de un mundo acelerado (Editorial Balduque, 2017), José Óscar López @joseoscarl parece hilvanar relatos basándose en un modelo atómico, con la fijación y la escrupulosidad de quien conoce al dedillo el género de la narración hiperbreve y con la facultad para hacer implosionar ciento siete pequeños compartimentos de uranio en poco más de doscientas páginas. Mientras que en Los monos insomnes (Chiado, 2013), su primer libro de cuentos, conocimos el lado “más trastornado” de una ruta creativa, en este segundo conjunto, dedicado a relatos de menor extensión, la imaginación de José Óscar López se manifiesta principalmente mediante el culto de lo banal desde una orilla de reflexión ácida, relativizando postulados y supuestos canónicos gracias al poder figurador del absurdo o la fantasía.
A partir del título del libro se impone el dominio del fragmento narrativo y también la partición del mapa temático. Fragmentos de un mundo acelerado evita de este modo la aglomeración desordenada en que caen muchos libros de hiperbreves, estableciendo diez conceptos y compartimentos que, sin ser plenamente predecibles, hacen referencia a un complicado ámbito de lo posible e inverosímil, donde cada pieza, a pesar de la multitud de temas exhibidos, parece estar en su perfecto lugar. Así, la sección titulada ‘Historia de las grandes ideas’, por ejemplo, es el filtro que el autor utiliza para la investigación futurista y la ciencia, mientras que los capítulos ‘Los reyes cansados’ y ‘La muerte no es el fin’, juegan con monarquías imaginadas y nudos medievales y con el eterno retorno del tema del espectro y el tránsito al más allá.
En un espacio muy corto, el autor termina emparejando diversidades y destacando preocupaciones temáticas que pertenecen sin duda a un catálogo más grande. No se trata, desde ese punto de vista, de un simple libro de breves, sino de una colección de formulaciones y tránsitos que van más allá del corpus al que corresponden. En estas páginas es posible observar, de forma resumida pero a la vez muy puntual, la anchura de la obra de José Óscar López de cara al futuro, pues el libro nos encadena a todas esas manifestaciones surrealistas y torturas cotidianas que tanto le importan al autor, y que van definiendo su órbita literaria con respecto de la de otros escritores españoles.
Como sucede con el mejor Gómez de la Serna, el culto de lo banal y el humor ácido se empalman en este nuevo baúl de juguetes para inquietar al lector con historias donde lo sobrehumano converge con el ruido de fondo cotidiano y los detalles menos trascendentales, y así reflexionar sobre la humanidad y el universo. Fragmentos de un mundo acelerado transmite de esta forma cierto regocijo por lo incoherente, donde las ocurrencias de la astronomía o las conjeturas sobre el tiempo y el espacio caben también dentro de un plato de guiso de gallina. En este contexto de ficciones de últimas consecuencias, relatos como “La máquina”, “Un superhombre”, “Turismo espacial”, “Big Bang”, “Yo me quedé a vivir en el lenguaje”, “Soldadito de plástico”, “El rey del cansancio”, “Fantasmas”, “La montaña” o el angustiosamente digital “No, no era divertido en absoluto” no solo son textos de lectura obligada sino también una inmejorable oportunidad para adentrarse en el fabuloso mundo acelerado de José Óscar López.
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Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser