I Breathed a Body

Guionista: ZAC THOMPSON

Ilustrador: ANDY MACDONALD

Editorial: AFTERSHOCK COMICS

Aunque no esperaba este resultado, debo aceptar que I Breathed a Body ha sido para mí un valle de emociones encontradas. Por un lado, los elementos que deberían halagarme se encuentran presentes: body horror, fantasía oscura y una crítica humanista de la tecnología actual, no obstante, a pesar de su incuestionable atractivo visual y de la contemporaneidad de sus ideas, reconozco que la nueva serie de Zac Thompson sufre de algunas carencias y apresuramientos.

I Breathed a Body es una narración especulativa de corte biotecnológico engranada al espacio de las redes sociales, principalmente a las consecuencias de la viralidad inducida y a los efectos de atracción y rechazo causados por el intercambio de imágenes. Esta crítica al culto de la figura virtual y a la falta de sacralidad en el Ciberespacio es sin duda el componente más poderoso del cómic de Thompson y MacDonald. A pesar de ello, la articulación propuesta en el guion —fundamentalmente el ritmo de exposición y la falta de desarrollo de algunos personajes clave— hace que el relato pierda sentido y se desbarate poco a poco, empezando en el álbum número 4.

Es obvio que I Breathed a Body debió contarse en seis y no en cinco fascículos. La manera en que Thompson trata de resumir el guion en el último tercio de la serie es un tanto frustrante, pues el lector pasa de un ritmo sosegado a uno turbulento en pocos paneles. La falta de un número adicional evita que el guionista profundice en el aspecto mágico-mitológico de la historia, el pretexto narrativo en el que se cimienta la tecnología que propaga MyCena Network, la innovadora y perversa red social creada por el villano de la trama. Este superorganismo tecnológico, al igual que la obsesión digital que lo conserva, depende de un caudal de magia oscura, y aunque sabemos cuáles son las circunstancias en las que dicha magia pasa del inframundo al espacio terrenal, su esencia y contenido no terminan de asentarse en el relato, dejando que el personaje que la representa sea tan solo un burdo accesorio de terror blando.

La falta de desarrollo de la mitología oscura es clave en el desmoronamiento de I Breathed a Body y afecta la totalidad de la serie, haciendo de sus protagonistas personajes flácidos y de su final una sucesión ciertamente precipitada y bastante dispareja; una verdadera lástima teniendo en cuenta la riqueza del discurso inicial, las ilustraciones goyescas de Andy MacDonald (especialmente cuando incorpora acercamientos de ganglios, apéndices contrahechos y ramales circulatorios) y la forma en que Thompson reescribe el tema del cuerpo, vinculándolo al voyerismo del siglo XXI y a la mercantilización del sufrimiento a través de la inmediatez digital.

Gracias por leer esta reseña

Soy Salvador Luis (1978), narrador, editor y crítico cultural peruano: www.salvadorluis.net. Twitter: @UnRaggioLaser

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